Los vectores son organismos vivos que pueden transmitir patógenos infecciosos entre humanos, o de animales a humanos. Muchos de estos vectores son insectos hematófagos que ingieren microorganismos productores de enfermedades durante una ingesta de sangre de un huésped infectado (humano o animal) y posteriormente lo transmiten a un nuevo huésped, después de que dicho patógeno se haya replicado. A menudo, una vez que el vector se vuelve infeccioso son capaces de transmitir el patógeno durante el resto de su vida, en cada mordedura o ingesta de sangre posterior.

Las enfermedades transmitidas por vectores representan más del 17% de todas las enfermedades infecciosas.

Pueden ser causadas por parásitos, bacterias o virus. La OMS estima que una sexta parte de las enfermedades y discapacidades que se sufren en el mundo se deben a enfermedades transmitidas por vectores, y que más de la mitad de la población mundial está actualmente en riesgo. Cada año, más de mil millones de personas se infectan y más de un millón mueren por enfermedades transmitidas por vectores. Algunas enfermedades comunes transmitidas por vectores son la malaria, el dengue, la fiebre chikungunya, la fiebre del virus Zika, la fiebre amarilla, la fiebre del Nilo Occidental y la encefalitis japonesa.

Se han logrado importantes avances en la lucha contra las enfermedades transmitidas por vectores, gracias a una combinación de la reducción de la pobreza y el desarrollo socioeconómico, un mayor acceso a los servicios sanitarios, programas de control a mayor escala y más coordinados, y el desarrollo e implantación de intervenciones más eficaces. Como resultado de estos éxitos, la contribución proporcional de las enfermedades transmitidas por vectores a la mortalidad mundial ha disminuido en los últimos años. No obstante, siguen existiendo importantes retos. No todas las enfermedades transmitidas por vectores están disminuyendo su incidencia a nivel mundial, y algunas enfermedades como la malaria, que están disminuyendo a escala mundial, se mantienen estables o aumentan en lugares específicos. Además, la sostenibilidad de los logros alcanzados en la lucha contra las enfermedades transmitidas por vectores está en riesgo debido a factores como la resistencia a los insecticidas y a los medicamentos, las dificultades para mantener la voluntad política y los recursos para los programas de control de enfermedades, ya que las incidencias son cada vez menores, y el riesgo de propagación o reaparición de estas enfermedades, con impactos sanitarios potencialmente mucho mayores en las poblaciones que han perdido la inmunidad (por ejemplo, la malaria). 

Por lo tanto, el progreso continuo en el control de estas enfermedades es una importante contribución a la salud, el desarrollo y la seguridad a nivel mundial.

Un elemento crucial para reducir la carga de las enfermedades transmitidas por vectores es el cambio de comportamiento. Es necesario proporcionar más educación y mejorar la concienciación pública, para que la gente sepa cómo protegerse a sí misma y a sus comunidades de los mosquitos, garrapatas, chinches, moscas y otros vectores. Se necesita una evaluación epidemiológica de las intervenciones y una combinación cuidadosamente diseñada de control de vectores mediante vacunas.